Dientes de megalodón: cómo identificar falsificaciones

Los dientes de megalodón son algunos de los fósiles más impresionantes y codiciados por coleccionistas y entusiastas de la paleontología.  Aunque no se puede decir que el mercado esté inundado de falsificaciones, pues no dejan de ser fósiles relativamente comunes, la popularidad y el precio que pueden alcanzar estos fósiles ha dado lugar a que existan falsificaciones y, sobre todo, restauraciones que pueden confundir a los compradores. En esta guía, te cuento en qué me fijo yo para diferenciar un diente de megalodón real de una réplica o un ejemplar con restauraciones.

He dividido los aspectos en los que nos debemos fijar en 4 grupos, de más general a más concreto:

  1. Tamaño y precio
  2. Aspecto general
  3. Peso
  4. Detalles

Es este último el más importante y el que nos va a sacar de dudas completamente.

Tamaño y precio: si es demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea.

Uno de los primeros aspectos en los que debes fijarte es el tamaño. Los dientes de megalodón sin restauraciones más grandes registrados alcanzan unos 19 cm. Si encuentras uno que supere esta medida, es muy posible que te encuentres ante una falsificación. Es muy común por parte de vendedores con pocos escrúpulos el someter a sus dientes auténticos a procesos de alargamiento de raíz, sobre todo cuando estas están desgastadas y necesitan restauración. Ya que están, le ponen un poco más de propina, a ver si al final se la terminan llevando ellos. Esto da lugar a auténticas abominaciones que son fácilmente detectables, pero ojo, hay algunos que hacen muy buen trabajo y ese ‘extra’ es difícil de identificar. De este tema hablo en este vídeo del canal, por si quieres profundizar un poco sobre el tema.

Además, el precio de un diente auténtico crece exponencialmente con el tamaño.  Un diente de 14 centímetros dobla en tamaño a uno de 7, pero su precio se puede quintuplicar fácilmente. Si ves un diente de gran tamaño a un precio sorprendentemente bajo, es motivo de sospecha.

Aspecto general: los dientes de megalodón tienen millones de años, y deben reflejarlos.

Los megalodones vivían en el mar, y ahí dejaban sus dientes. Eso quiere decir que, aunque hoy en día nos los podamos encontrar en tierra firme, es muy probable que hayan sufrido un proceso de erosión muy prolongado. Un diente de megalodón auténtico debe parecer un fósil con millones de años de antigüedad. Esto significa que:

  • Es muy normal que presente imperfecciones, grietas y pequeños agujeros.
  • La raíz es la parte más blanda del diente, y por tanto la que se suele llevar la peor parte. Está formada por hueso, su textura debe reflejarlo. Suele tener una textura más porosa y menos uniforme que la corona. Si tiene textura de arena, mal asunto. En el mejor de los casos, esta arena viene del sustrato donde se ha fosilizado, lo que llamamos la matriz, pero también puede ser que se haya usado deliberadamente para reconstruir esta parte del diente que suele estar dañada.
  • Salvo que el diente se haya encontrado en el mar, la corona (parte superior del diente) suele estar mucho mejor conservada gracias al duro esmalte que la recubre. Tanto puede brillar, aun habiendo pasado millones de años enterrada, pero la raíz siempre debe ser mate. Si toda la pieza brilla uniformemente, podría haber sido barnizada o ser una réplica.
  • Es normal que las tres partes principales del diente (raíz, bourlette y corona) tengan colores ligeramente diferentes. Si todo el diente tiene el mismo color exacto, puede ser una falsificación o haber sido alterado. Esto no es algo excluyente, hay dientes impresionantes, totalmente auténticos, que son de un mismo color. Por ejemplo, los dientes procedentes de los ríos negros americanos suelen tener un precioso tono oscuro muy homogéneo, que va desde el marrón hasta el negro más absoluto.

¿Existen dientes auténticos y absolutamente perfectos? Sí, y son muy buscados y por tanto tremendamente caros. Sin embargo, es fácil garantizar la autenticidad de estas piezas con el resto de los puntos de esta lista.

Peso de los dientes de megalodón: los auténticos son más pesados que las réplicas.

Dudé bastante en incluir este apartado porque puede llevar a error, pero no está de más hablar un poco sobre el tema, sobre todo porque es uno de los datos que se suele dar en los anuncios de venta de dientes, aunque no me extenderé demasiado.

Un diente auténtico suele pesar más que una réplica del mismo tamaño, debido a que la resina pesa menos que los minerales que componen el diente de megalodón, pero hay excepciones.

El peso de un diente de megalodón varía según el tipo de fosilización que haya sufrido:

  • Si la hidroxiapatita de la que está formado se mantiene o es reemplazada, por ejemplo, con sílice, el diente será más duro, denso y pesado.
  • Si fue con calcita, será más frágil y liviano.

Estos últimos se reconocen normalmente por su color blanquecino, su poco peso y su fragilidad. Es muy fácil que, al manipularlo, caiga arena y pequeños trozos de raíz, e incluso que el esmalte se desprenda. Si tu diente es robusto, debería ser pesado.

Para que os hagáis una idea, os dejo los pesos de algunos de mis dientes originales junto con sus tamaños: 7cm (62g), 8cm (55g), 11’5 cm (186g), 12’5cm (145g), 13 cm (214g) y 14’1 cm (260g). Como veis, no existe una correlación perfecta entre tamaño y peso. A parte de los remplazos de minerales durante la diagénesis, también influye la posición del diente en la boca del megalodón, siendo los superiores y anteriores más gruesos, y por tanto, pesados, que los inferiores y laterales, aunque midan lo mismo.

Detalles clave para la autenticidad de los dientes de megalodón

Este es el punto más importante para diferenciar un diente de megalodón real de una falsificación, así que iremos punto por punto nombrando en qué nos debemos fijar:

Las aserraciones

Los dientes de megalodón estaban perfectamente adaptados para cortar pedazos de sus presas antes de ingerirlas, y por ello tienen bordes totalmente cubiertos de pequeñas protuberancias como si de un cuchillo de sierra se tratase. Estas aserraciones son muy difíciles de imitar de forma natural al realizar una réplica, así que nos darán una gran pista de si nuestro diente es auténtico o no

Deben tener estas características:

  • Son pequeñas y sutiles.
  • Al verlas a la lupa, notaremos que son como pequeñas montañitas con la punta redondeada.
  • No son perfectamente uniformes, al ser naturales es normal que sufran ligeras variaciones en la forma y el tamaño.
  • Desaparecen si el diente está muy erosionado, pero en esos casos todo el diente tendrá un aspecto desgastado.
  • También es posible que, por el propio uso que le daba el animal al diente, presenten zonas donde estén más desgastados o, directamente, falten.
  • En réplicas baratas, las aserraciones suelen estar mal definidas, marcadas de forma brusca y artificial, o directamente ausentes.

La bourlette

Esta es la franja entre la corona y la raíz. En un diente real:

  • Su textura es intermedia entre la raíz (porosa) y la corona (lisa).
  • Puede presentar microfisuras verticales naturales.
  • Si las fisuras parecen pintadas, probablemente el diente ha sido alterado, ya sea una restauración de esta parte o una réplica completa.

La corona

Ya hemos hablado bastante sobre ella, pero nos debemos fijar en que:

  • Suele tener un esmalte duro y brillante de manera natural.
  • Es muy normal que presente pequeñas fracturas verticales, o que directamente falten trozos de esmalte debido a estas fracturas, sobre todo en la parte central cercana a la bourlette, donde se deje ver la dentina mate.
  • Si el diente está en buen estado, la corona debe ser la parte mejor conservada.

Marcas de resina

Si nuestro diente no está restaurado, si no que es completamente hecho por un humano, lo más probable es que esté hecho de resina, y su proceso de fabricación deja huellas que podemos usar a nuestro favor.

  • Al verter la resina en el molde es difícil que no queden burbujas dentro de esta resina. En el producto final estas burbujas se dejan ver mediante pequeños orificios en la superficie, que distan mucho de los que podemos encontrar en un diente original.
  • Esa resina tiene que entrar dentro del molde por algún lado. Ese orificio por donde se echa la resina deja un saliente que luego tiene que ser limado o rebajado manualmente, dejando una superficie muy artificial y completamente diferente a la textura de un diente real. Si sospechas, busca estas zonas para sacarte de dudas.
  • Si el diente está pintado, es buena idea buscar marcas del pincel por partes lisas, como la corona. A veces esos detalles se escapan y nos dan una buena pista.

Restauraciones y modificaciones

Si bien no es común que te intenten ‘colar’ una réplica por un diente original, los dientes restaurados están a la orden del día.

Ya hemos hablado anteriormente de que la gran mayoría de dientes de megalodón que se encuentran en la naturaleza presentan imperfecciones. Es normal, natural, y hay que asumirlo. Pero es tentador duplicar el precio de ese hallazgo reconstruyéndoles las zonas faltantes. Estas restauraciones suelen hacerse en:

  • La raíz, que puede ser reconstruida con resina o directamente con una mezcla de adhesivos y el sustrato donde se ha encontrado el diente, para igualar el color.
  • La punta, que puede haber sido reconstruida si estaba erosionada.
  • Partes faltantes del esmalte.

Personalmente no me terminan de gustar los dientes restaurados, aunque hay veces que reconozco que vale la pena. Prefiero que todas las imperfecciones estén presentes, que cuenten la historia de ese diente, las batallas en las que su dueño se vio inmerso, y los procesos que sufrió después de perderse. Para mí, esa es la esencia de la paleontología y lo que tanto me atrae de esta afición. Pero no tiene nada de malo comprar un diente restaurado, mientras que no te lo vendan como completamente original.

Y es aquí donde viene el problema, porque hay auténticos artistas de las restauraciones que hacen trabajos difícilmente diferenciables de las partes originales, incluso para un ojo experto. Para eso, lo único que te puedo recomendar es que busques las zonas de transición entre la parte restaurada y la que no lo está, centrándote en las zonas críticas que hemos mencionado antes, y sobre todo entrenar el ojo. No hay más.

Pruebas adicionales

Si aún tienes dudas, puedes probar con métodos más destructivos, que desaconsejo totalmente, pero que hay gente que los usa:

Acetona: Aplica un poco en una zona discreta. Si la pintura se disuelve, ha sido alterado.

Corte: Si cortas el diente y todo el material es uniforme, es falso. Un diente real tendrá diferencias entre la corona, la dentina y la raíz.

Conclusión

Siguiendo estos pasos, podrás tener más seguridad en lo que estás comprando, y con un poco de práctica pillarás al vuelo las réplicas y restauraciones. Si tienes algún truco más que quieras compartir con todos estás más que invitado a hacerlo

 Recuerda que un diente restaurado o una réplica no necesariamente es una mala compra, siempre que seas consciente de lo que estás adquiriendo y pagues un precio justo por ello.

Espero que esta guía te ayude a hacer mejores elecciones en tus compras de fósiles.

¡Nos vemos!

Éric.

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